DoLor.... uNa caMisa de larGa posTura
- juanmartinnavarro
- 18 abr 2016
- 2 Min. de lectura
De evadir el tema de la muerte casi toda mi vida, de esquivar asistir a entierros, de evitar enterarse de fallecimientos, de esconder la mirada a las coronas mortuorias, de no querer las noticias del sufrimiento por la muerte de alguna persona, de sentirme impotente, frustrada, he dado el salto extremo de no temerle a la muerte.
El hecho de perder a mi pequeño, cambio mis emociones y pensamiento frente a la realidad de la muerte.

Recuerdo solo una fragmento de mi vida entre la adolescencia y juventud, donde la muerte era el tema de mi poesía. Como un misterio por resolver, como una etapa clásica de adolescencia, en la que no te hayas y le imprimes el romanticismo a lo eterno.
Hoy, la mirada de la muerte es por la experiencia de haberla encontrado en el ser más bello, más amado e inocente, mi Juan Martín.
La conocí, en ese instante, en el cual mi hijo dio inicio a su viaje sideral, sintiendo como ella me desprendía de él, soplando sobre su cuerpo, aquel frío aire. Entonces, advertí la fragilidad humana, respire ese profundo miedo a lo “desconocido” que te eriza la piel, pero ahí, también descubrí la belleza de lo incomprensible, ese brillo que envuelve el rostro del ser amado que se despide.
Y qué sigue para los que aquí quedamos? los intentos de sobrevivir y aprender a vivir de nuevo.
Y qué he entendido en los días confusos de mi existencia?
El dolor es una camisa de larga postura!
Es como un alfiler que te queda clavado, sientes aquella fina punta que te hiere, pero aun así puedes respirar porque no es una herida vital, sino una herida de combate, de aquella que deja marca eterna como testigo del enfrentamiento de tu ser con el universo.
La mayoría de personas temen a la muerte, hasta que es inevitable enfrentarla de algún modo, en mi caso con mi hijo, otros de manera más natural, con sus padres, abuelos, hermanos o amigos.
Cada uno de nosotros, seremos desafiados en algún momento a distinguir la muerte cara a cara, al ver cómo se lleva a tu amada persona y entonces no queda mas que tomar postura, hundirse o continuar?
No hay más opciones, solo derivaciones.
Independientemente de tu elección, no podrás desprender el pequeño y agudo alfiler.

He aceptado tu partida hijo mío y a través de esta escritura he tomado la actitud de no hundirme sino de continuar. Ese es el mensaje contundente de tu vida, para la mía, es tu valor, es ese amor inocente que mostraste por vivir y por ello en tu memoria intento seguir adelante. Porque a pesar, de que el dolor es una camisa de larga postura, siendo imperceptible para muchos pero palpable en mi mundo, lo acepto, y decido aprender a vivir, a pesar de que aquella camisa abrigue la morada de mis sentimientos por ti Martín mío.
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